LIMPIEZA de plumas

 Algo que solemos evitar y esquivar. Es fastidioso. ¡Y mancha!

Preferimos tener una colección de plumas sucias.

Y dogmatizamos un mal funcionamiento a un modelo o marca, cuando lo que tiene la pobre pluma es un pegote de tinta seca taponando sus conductos de alimentación.

La tinta tiene como misión manchar el papel, y asimismo todo lo que toque, incluyendo bolsillos y manos.

Pero la tinta es acuosa, y por tanto se limpia bien con agua.

Y además, se puede ayudar al agua.


Tras adquirir una pluma que no sea nueva a estrenar (y recordemos que incluso en los establecimientos nobles se suelen probar), conviene enjuagarla (una carga de agua). Si sale teñida, pensemos en lavarla.

 

Lo primero que necesitamos es un frasco con tapa.


Agua del grifo – no necesita calentarse – y adentro con la pluma desmontándola todo lo posible.

Tras un rato conviene cambiar el agua, si la vemos toda teñida.

Si vemos que la tinta persiste tras varios cambios, es momento de añadir un poco de amoniaco (ahora entenderán el porqué de la tapa) del tipo “limpieza”, que suele venir con detergente añadido. Una  cucharada para el frasco (5%, puestos “científicos”).

La tinta es “ácida”, y el amoniaco “básico”, ayudando a neutralizarla. 

NOTA: La lejía también es básica, y tiene un olor más soportable, pero es muy agresiva con muchos materiales. Personalmente no la aconsejamos. Y NUNCA DEBE MEZCLARSE CON AMONIACO (se forma un gas muy venenoso).

Atención: no usar ninguno de ambos químicos en Vacumatics. 

Cuando veamos que el teñido ya es bajo, pasamos al enjuague.

En plumas aerométricas o de émbolo, procedemos a realizar varias cargas y descargas  hasta que el agua salga limpia (si, sé muy bien  que es un latazo).

No hay que olvidar darles la vuelta varias veces, ya que la parte baja (contera) interna se mancha cuando se llevan en el bolsillo.

Como están mojadas, suelen resbalar. Aquí ayuda sujetarlas con  paños antideslizantes:


En plumas de cartucho la cosa es más rápida si nos ayudamos de una “
pera” (de irrigaciones). Hoy están en desuso, y puede que haya que encargarla específicamente en la farmacia.


¡Ojo!, las hay de varios tamaños. Las nº 6 y 8 son las mejores porque encajan bien en el percutor de cartuchos interno, y cierran “suficiente“ con el manguito.

Una gran ventaja aquí es que tras un poco de apretar expulsando agua, puede soltarse, aspirando, con lo cual se ayuda a soltar los restos sólidos internos con un flujo en ida-y-vuelta (pero se mancha internamente, no hay que olvidar enjuagarla después). 

Un útil práctico, pero no necesario, es el limpiador de ultrasonidos.

Los hay desde unos 30€, y no solo sirven para plumas (las gafas, dentaduras, cepillos de dientes, joyería, etc. quedan estupendos).


A más caros, más potencia y más rango de ultrasonidos, pero con uno económico lo que pasa es que hay que darle más veces al botón “ON” (lo que da un ciclo de limpieza de unos tres minutos).

Luego hay que enjuagarlos, cosa que cuesta algo más que con el frasco de arriba. 

Para insistir en la petardez del lavado, advertimos sobre el capuchón, que recibe mucha más tinta de la imaginada, y ahí se seca mientras escribimos. Arriba lo veíamos a remojo en el frasco, pero a veces no basta, y hay que darle con las escobillas.

Y si el cuerpo es desmontable (aerométricas y cartuchos), también les conviene un frote interno.


Los cepillos de dientes desechados son fantásticos limpiando roscas, alimentadores, ¡y bajo los clips!
 

Ya que tenemos la pluma mojada, un poquito de jabón por fuera (con las manos mismas, y ya vamos limpiándolas) hace maravillas devolviendo brillos e irisados tapados por la suciedad. Si la incrustación es tal que el jabón fracasa, un algodón con alcohol (sanitario o limpiacristales) puede ayudar. 

Para secar, podemos usar trapos, pero recomendamos el papel de cocina desechable, que en trozos enrollados seca además interiores de capuchón y cuerpo.

Doblado varias veces en un trozo pequeño y al fondo de otro frasco (seco), sirve para drenar los plumines-alimentadores sujetando las plumas en una vertical estable.


Nota
: hay una excepción-muy-excepcional al lavado, y son las plumas de Galalita (proteína de leche), porque se disuelven.
 

Ya solo nos queda la limpieza de cartuchos usados, cosa útil si son de los descontinuados (p.ej. Waterman CF y 23, o Sheaffer II slim), de los difíciles (p.ej. marcas japonesas), o los que queramos usar con una tinta que no sea de las estándar.

Para ello vienen de maravilla las jeringas pequeñas, tanto para inyectar en ellos agua con amoniaco (aquí es necesario), como para luego llenarlos de tinta.


Otra utilidad menos conocida es la de cebar un plumín-alimentador limpio y seco al poner un cartucho nuevo. Algunos recomiendan sacudir la pluma, pero yo prefiero no limpiar luego suelo y muebles.

 

 

 

 

Miguel Huineman

 

La presente entrada se ha escrito a raíz de algunos comentarios tanto en el blog Pluma Hispana como aquí en Plumasweb, y también personales, que indicaban su conveniencia.

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