BOLÍGRAFOS


Actualmente es EL sistema de escritura a mano universal.
Práctico y barato, representa el 45% de las ventas de escritura, y está presente en toda actividad.
Su éxito está en el uso promocional (la mayoría desechable).

A diferencia de una estilográfica, que tiene calidad intrínsica, en un bolígrafo da lo mismo su precio, su calidad será la de su carga.
(Y algunas de las mejores y más agradables cargas están entre las más económicas).
Como colección estricta, cobra sentido con los modelos históricos y representativos, que frente a las estilográficas, está muy desfasada.
Pero es un objeto interesante digno de conocerse, histórica y técnicamente.

HISTORIA
La primera patente de un “elemento escritor a bola rodante” parece haber sido de 1888, concedida al teñidor de pieles John J. Loud.
Pero pese a éste y otros intentos posteriores, se reconoce como inventor del bolígrafo a Laszlo Biro, un húngaro editor de periódico, que deseaba algo que escribiera como sus rotativas.
Conoció en Yugoslavia al ex-presidente argentino Pedro Justo, que le invitó a trabajar en su país.
Patentó su idea primero en Francia, y junto a su hermano químico, y su amigo J.J. Meyne, marcharon a Argentina en 1941, donde se montó la sociedad BIROME (Biro-Meyne), patentando nuevamente, incluyendo U.S.A.


Imagen de Wikipedia
La producción fue bien, y en el cono sur americano aún se conoce a los bolígrafos como “biros”.
En 1943 consigue vender su producto a la RAF (Royal Air Force inglesa), donde se aprecia que no se derramara la tinta al subir de altura y disminuir la presión atmosférica, como ocurría con las plumas.
Eversharp (U.S.A.) le compró la patente por $2 millones.

Aparece en escena Milton Reynolds, un negociante nato de Chicago, que enterado del invento marcha a Argentina a comprar la patente, llega tarde, compra varios ejemplares, los copia precipitadamente y los pone en venta el 29 de Octubre de 1945 en la cadena de almacenes “Gimbels”, al – entonces  carísimo - precio de $12,50, con ventas espectaculares.

Produce varios modelos en rápida sucesión, todos caros, hasta que se producen miles de devoluciones por el secado prematuro de la tinta (el dicho popular por entonces era: “puede hacer ocho copias de carbón, pero sin firmar ninguna”).
Huyó a Méjico en 1948, y se dedicó allí al desarrollo de la “píldora”.

Sorprendida por Reynolds, Eversharp sacó precipitadamente el modelo “CA” (Capillary Action) basado en la pluma “5th Avenue”, con una carga roscada cuyo depósito lleva un tubo plástico arrollado en helicoide.

A falta de un buen desarrollo, le pasa igual: se le seca la tinta. Pero siendo una empresa famosa y respetable, hace frente a las devoluciones, y queda financieramente tocada.

El secado prematuro general de la tinta hizo que el público, inicialmente entusiasta, perdiera rápidamente interés y viera al incipiente bolígrafo como un fracaso técnico y comercial. Los precios de los modelos existentes (de unas 150 marcas que se habían lanzado al nuevo mercado) se desplomaron a menos de $0,50, pero ni así.

Es entonces cuando aparecieron dos personajes que rescataron al bolígrafo y lo pusieron firme y definitivamente en el mercado
Patric J. Frawley, un comercial dedicado a la exportación-importación, conoció a Fran Seech, un químico en paro por haber cerrado la empresa de bolígrafos en la que trabajaba mejorando la fórmula de la tinta, y que había continuado en su mini-laboratorio casero.
Tanto le entusiasmó que le compró la fórmula en 1949 y comenzó con la Frawley Pen Co. Al año estaba fuerte en el negocio con un boli retráctil y una tinta “que secaba fuera y no dentro”.
Crea “PAPER MATE” (con su anagrama de “Dos corazones”), y lanza agresivas campañas publicitarias.
Las ventas subieron espectacularmente, y en pocos años terminó vendiendo su empresa a Guillette, que aún la tiene.
El otro personaje fue Marcel Bich. Fabricante de guardaplumas y estuches, se percataba de que era un invento  a permanecer, pero se lamentaba de su baja calidad y excesivo precio, y decidió diseñar un producto de calidad y bajo coste que copara el mercado.
En 1951 llegó a un acuerdo de royalties con los hermanos Biro, y durante dos años estudió, incluso bajo el microscopio, todo lo disponible. A finales de 1952 estuvo lista su maravilla: transparente, suave, sin fugas, barato y desechable: el BIC (su historia está contada ya aquí).

Aún quedaba un paso más para llegar al bolígrafo actual: el Parker “Jotter”
El gigante acusado de “dormir la siesta” había estado silenciosamente perfeccionando el diseño, que lanzó en 1954 con una carga gigante (x5) y un mecanismo de giro de la carga que minimizaba  el desgaste.

Arriba, una imagen del primer modelo, con el clip “Inverted Ridge” de la Parker 21 Mk.2, y con un cuerpo rayado sin extremo metálico. Abajo un modelo posterior, más asociado al ubicuo que todos conocemos.
En 1957 lo modificó con la bola de carburo de tungsteno sinterizado sobre base de cobalto (T-Ball), rugosa, durísima e inoxidable.

Superficie de la bola (x5000 aumentos)

TÉCNICA
“El bolígrafo es alta tecnología a precio de baratija”
(Eduardo Sánchez Muliterno, STYB)
Bolita:
El bolígrafo es una bolita pringada de tinta que, al rodar, va manchando por donde rueda.
El mecanismo es como el del desodorante “Roll-On”, (aunque éste fue posterior y derivado).
Por el esfuerzo bélico de la II Guerra, que necesitó cantidades inmensas de rodamientos, las bolas se produjeron baratas y de gran calidad. Ajustes de 0,01 mm con tolerancias de 0,0003 mm son usuales.
Materiales:
Las bolitas iníciales de bronce pronto pasaron a ser de acero, y luego de carburo de Tungsteno, sobre puntas de latón o acero.
Pero si consideramos la presión necesaria para escribir (hacer rodar la bolita), muy superior a la de una estilográfica, y consideramos el área de contacto interna en una punta mínima, que además debe tener canales generosos para el flujo de la tinta, nos percatamos de que la presión es gigantesca, y el frotamiento bajo presión produce desgastes.
Ésta es la razón del diseño genérico del bolígrafo: una “punta-con-depósito” que se sustituye antes de que empiece a crear pegotes por desgastes (como hacían los iníciales), y eso dentro de cualquier tipo que interese de “funda”.

Y además, el invento de Parker del “rachet” (mecanismo de "escape" de relojería), que gira la carga media vuelta en cada actuación, minimizó el efecto a la mitad.
El ángulo de grapado de la bolita en su punta es de unos 50º. Esto es, el doblado del labio de la punta para que la bolita no se salga, y al mismo tiempo, no quede gripada.
Lo que exige una puesta a punto y control de calidad  exhaustivo del procedimiento de grapado.
Ricardo Gurina (Soffer, Inoxcrom) ya decía, refiriéndose a la necesidad de mantener una alta calidad individual:
“Los bolígrafos se fabrican por millones, pero se venden de uno en uno”

El ángulo de grapado limita además el ángulo de escritura a menos de 45º, o el papel toca el borde del labio de la punta, y la bolita se levanta, fallando el trazo.
Je, je,…considerando que el papel no se hunde, que es falso.
Una moraleja rápida es que apoyando el papel, lo más fino (barato) posible, sobre una superficie dura (no sobre los cueros de escribanía típicos de las plumas), y llevándolo muy vertical, el boli escribe mejor.
Y si la bolita es de una punta “F”, la cosa empeora, tanto por hundimiento como por desgastes.
Porque hay bolitas de diversos diámetros para dar diferentes escrituras:
F – 0,8 mm o menos; M – 1,0 a 1,2 mm; B – 1,4 mm o más.

Veamos el funcionamiento: apoyamos sobre el papel y arrastramos para avanzar, con lo que la presión de la bolita sobre la punta se inclina (aquí exagerado) y empieza a girar arrastrando tinta desde el lado derecho, que se micro-separa por la tolerancia del grapado.

La gran pregunta es: ¿por qué no se acumula tinta en *?
Por una parte, porque la gran mayoría se queda pegada al papel.
Por otra, porque la poca que queda se reintroduce en la punta al despegarse ésa zona por la presión (milésimas de mm).
Fino, fino. Al principio, los bolis formaban ahí un “pegote” que había que retirar girando la punta en otro papel.
Pero no se exasperen si “algo” de tinta se sigue hoy acumulando.

Tinta
A diferencia de la tinta estilográfica o china, que son “agua”, la tinta de bolígrafo es una “pasta” que contiene un 40-50% de colorante soluble (no pigmentos, que son sólidos), disueltos en un “Glicol” (Propilenglicol, Etilenglicol), muy higroscópico, más unas resinas (secantes y anticopias), unos preservantes (que aumentan la vida útil y la resistencia a los rayos UV), y unos humectantes (que disminuyan la tensión superficial y que la tinta pueda extenderse).
Características: Viscosidad de unos 10.000 centipoises (como la miel cruda y auténtica), pero fluida (para que baje por gravedad en la carga), engrasadora para que la bolita ruede bien, no corrosiva (por la punta de acero) y muy pura, porque no debe taponar los canales mínimos de la punta.
La “vida de almacén” debe ser mayor de 2 años (la “vida útil” es mucho mayor, como se comprueba en cargas con 20+ años que aún escriben)
Las cargas llevan además un “Sello” antisecado y antiburbujas (grasa de silicona), llamado “Follower” (Seguidor), que acompaña al descenso de la tinta según se gasta en la carga.

Normalización
Inicialmente cada fabricante tenía su carga, y era un desastre: lo que se creía que fidelizaría al comprador, fue contraproducente al no encontrar éste recambios.
Los alemanes sacaron la norma DIN 16554 (Deutsches Institut für Normung), que regulaba dimensiones y fórmulas de tinta.
Luego se publicaron las universales ISO (International Standardization Organization):
ISO 12756: Vocabulario del bolígrafo
ISO 12757-1: Uso general de bolígrafos y recambios (cargas)
ISO 12757-2: Bolígrafos y recambios. Parte 2: Uso documental (DOC)
Que permitió el florecimiento de los proveedores genéricos, todos suministrando una calidad equivalente e intercambiable.
Pero no todo iba a ser fácil.
Pese a que al expirar la patente Parker todos la copiaron, cada fabricante de bolígrafos necesitaba, indefectible e inexorablemente, una carga nueva para su “genial y nuevo” diseño.
Y se llegó a esta Hoja de Productos (actual) de un fabricante genérico:

Volviendo al principio: vaya Vd. a una papelería a buscar su recambio.

Pero hay una carga que merece un aparte: La variante FISHER “Space Pen

Cuenta la leyenda urbana que mientras los norteamericanos gastaron millones para desarrollar algo que escribiera en gravedad cero, los rusos simplemente usaron lápices.
No es del todo correcto. Si en Espacio no se aceptan fricciones (por el polvo del desgaste), menos el polvillo de grafito, que flota y se deposita donde quiere, siempre en el lugar menos apropiado.
Fisher desarrolló en 1965 un recambio presurizado con Nitrógeno a 75 psi (5,2 bar), sin financiación  de la NASA, que le permite escribir a muy bajas temperaturas y contra la gravedad. Usa una tinta tixotrópica muy espesa (similar al pegamento de contacto), y escribe 3 veces más, siendo su vida útil de unos 100 años.
Se usó por primera vez en el Apollo 7 (1968). También lo usan los rusos, se usa en todas las salidas al espacio.
Existen adaptadores al “estándar Parker”.
Créanme, merece.

Para terminar, hay dos desarrollos similares al bolígrafo, aunque ninguno ofrece la duración sobresaliente del bolígrafo:
Rollers
Usan una tinta acuosa que requiere poco esfuerzo en fluir, permitiendo una escritura suave y deslizante. Usan la misma bola que el bolígrafo, pero como la tinta es mucho más fluida, inunda la bola y arrastra una marea de tinta tras ella al escribir. La tinta no es generalmente permanente. Tienen depósito y colector.
Gel
Usan una tinta acuosa con una viscosidad variable controlada (“sólido de Bingham”, como las grasas y la mantequilla). Cuando no está escribiendo, la tinta tiene mayor viscosidad y se espesa. Cuando la bola rueda la tinta se licúa y fluye de forma similar a un roller. Los “Gel” ofrecen lo mejor de ambos sistemas, a cambio de una duración minima.

Esto puede apreciarse en la siguiente tabla de metros de escritura:

Bolígrafo
BIC Cristal
1.250 m
Carga plástica
5.900 m
Carga metálica
6.500 m
Gel
650 m
Roller

Carga plástica
750 m
Carga metálica
1.600 m





Miguel Huineman


Bibliografía: aparte de varias páginas web, existe el libro:
The Incredible Ball Point Pen – Henry Gostony & Stuart Schneider – Schiffer Publishing, Ltd.

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