CARTUCHOS DE TINTA (estilográfica)


La idea de no depender de un tintero, de portar la tinta cómodamente en un contenedor estanco hasta que se desee usarlo, es tan antigua como la “pluma fuente”, que resolviendo muchos de los problemas de las plumillas usadas entonces, trajo a su vez el trabajo de la recarga de su depósito, una operación arriesgada, siempre sucia, y no siempre disponible.

Los primeros intentos fueron con un vial de cristal (ya que los plásticos eran aún desconocidos) y la visión del contenido por transparencia se preveía útil. El sellado se realizaba por medio de un corcho. La fragilidad del cristal hizo fracasar estos primeros intentos de la marca Eagle ¡en 1890!
Y otros sucesivos (Hancock, 1920), hasta el casi-exitoso de JIFF-Waterman (filial francesa) en 1937:
Con el advenimiento de los plásticos, Aurora reintenta el tema en los años ‘40s, pero probablemente la II Guerra Mundial demandó que todos los trabajos se dedicaran al esfuerzo bélico.
No fue hasta bastante después de terminadas las hostilidades, y ya con un dominio avanzado del tratamiento por inyección de los plásticos semirrígidos (polietilenos), que Waterman retoma su anterior esfuerzo y lanza en 1953 el primer cartucho práctico: el concepto CF (“Cartridge Filler” en inglés, “Cartouche Filler” en francés), que incluía unas plumas de llenado por ése cartucho.
El concepto era muy bueno, con unas plumas de excelente diseño, de buen funcionamiento y escalonamiento de precios, pero fue recibido tibiamente por el público, acostumbrado a llenar sus plumas desde un tintero, además del tremendo boom por entonces de los bolígrafos en plena expansión. Pese a todo, la pluma CF se mantuvo en catálogo durante 27 años (y existió un cargador)
Sheaffer’s lanzó en 1955 su cartucho cilíndrico (que luego se llamaría “Cartridge I” o “Classic Cartridge”) con su ya establecida tinta Skrip, para series de plumas que podían elegirse entre versiones de carga convencional – si es que “convencionales” eran los sistemas de carga Sheaffer’s por entonces – o de cartucho. Como regla de marketing, Sheaffer’s aplicó precios superiores a los sistemas de carga por cartucho, y no debió de equivocarse mucho.
Cuando Sheaffer’s lanza sus plumas “finas” (las “TRZ”, “Slim Targas” y  “Slim Fashion”), en ellas no cabe el cartucho original, y debe diseñar el “Cartridge II” más estrecho, más largo, y ligeramente cónico. Duró poco.

Parker, el gigante que “parece dormir la siesta” hasta que lanza un producto probado y de gran aceptación (véase el bolígrafo “Jotter”), hizo una versión a cartucho de la Parker “51” en 1958, pero fue en 1960 que lanzó un producto ganador: el modelo “45”, promocionado millonariamente como pluma de carga por cartuchos – como el famoso revólver - pero manteniendo la posibilidad de carga por convertidor que se incluía con la pluma para los reacios a las novedades. El cartucho Parker se ha mantenido inalterable desde entonces.
Aunque ha tenido una versión “Mini”:


El Cartucho Estándar
Cada marca estaba diseñado su propio cartucho, y no eran compatibles entre marcas. Esto ya había sido percibido por el resto de los fabricantes, y fue también en 1960 que cinco marcas alemanas (Pelikan, Montblanc, Senator, Reform y Diplomat) se aliaron y diseñaron un cartucho “estándar” que podía usarse en todas ellas. Rápidamente fue adoptado por otros fabricantes de plumas y, más interesante, por los fabricantes de tintas independientes, que veían peligrar su negocio con los cartuchos propietarios.

Curiosamente, este cartucho no recibió, ni aún tiene, un nombre propio.
Hoy se le llama indistintamente (en inglés): International, European, Standard, Euro-Standard o Universal. En español a veces se le denomina también Normalizado. Si nos fijamos en la tabla que sigue, tanto Wikipedia como el gran vendedor Pendemonium intentan llamarle “International”, pero el resto de vendedores prefiere llamarlo “Standard”. Waterman en sus envases los llama indistintamente.
Debemos mencionar que es el nombre menos apropiado, porque en contra de toda lógica industrial o comercial actual, no existe una norma que lo ampare.
Simplemente les interesa a todos, y todos “cumplen”.

Dos cartuchos aparentemente distintos, aunque por boquilla, longitud y diámetros son intercambiables.
Y al poco de salir el cartucho corto, se produjo otro con la misma boquilla pero de longitud casi el doble. Waterman lo llamó “Large Size Standard”, y el resto de vendedores lo llama mayoritariamente “Long International”.

La mayoría de los fabricantes que emplean el cartucho internacional diseñan sus productos de forma que el cuerpo admita uno instalado y otro de reserva invertido. La idea es buena en el sentido de no quedarnos “secos” de improviso. En estas plumas también puede instalarse un cartucho largo o un convertidor.

Pero hay modelos pequeños que solo admiten un cartucho corto, y en ellas la única alternativa puede ser el minúsculo convertidor de Monteverde.

Los japoneses han optado por cartuchos exclusivos de sus marcas, que hacen que sus plumas, pese a ser magníficas, tengan una dependencia incómoda.

Cartuchos Pilot y Sailor

Cartucho Platinum

Otras dos grandes marcas que mantienen un cartucho especial son LAMY y CROSS:

Y debemos mencionar que Waterman, durante un breve tiempo tras su CF tuvo el llamado “Cartucho 23” antes de adoptar los “estándar”. 


EL CIERRE INICIAL
El cierre de un cartucho es fundamental. Debe ser estanco y a prueba de todo, y a cambio perforarse fácilmente cuando decida usarse y entonces, mantenerse firme suministrando homogéneamente su tinta hasta agotarse.

La zona de cierre puede ser por una fina membrana perforable (Parker), o más usualmente por una bola de diámetro ligerísimamente mayor que el diámetro de perforación, sujeta por un adhesivo o una fina membrana de plástico (Internacionales). Al “percutar” el cartucho la bola cae al interior y realiza una función secundaria de bloqueo de la tinta residual al retirar el cartucho  una vez “vacío”, sin depender para ello exclusivamente de que la tensión superficial evite un imprevisto goteo mientras apretamos al cartucho durante su extracción.

Izquierda: Vista interna del manguito en una Waterman Kultur.
Centro: Vista interna de un cartucho colocado pero aún sin percutar.
Derecha: Vista interna del cartucho ya percutado, con la bola suelta.
Para montar un cartucho se sujeta la boquilla abierta y se introduce el cartucho lo más orientado posible y se presiona mientras se gira suavemente una fracción de vuelta. Un tubo en la boquilla percuta el cartucho mientras su diámetro sella por presión contra el interior del manguito del cartucho. Una zona inicial exterior rebajada del cartucho realiza un sellado secundario.

Sección de una Inoxcrom UNO. Se aprecia el cartucho percutado con el sellado principal (1), y el sellado secundario (2) en la zona de guiado y sujeción.
La presión de nuestros dedos sobre el cartucho ayuda al cebado inicial de tinta hacia el alimentador.

En la foto descriptiva anterior definíamos al área de sellado principal como de “lengüeta cónica”. Veamos por qué:

Las entradas del manguito son ligeramente cónicas para favorecer la entrada y centrado del tubo percutor, pero una vez entra, la zona de sellado es también cónica, para aumentar la estanqueidad por presión.
También vemos que hay dos modelos. El “simple” de la izquierda mantiene un poco de la membrana que mantenía la bola. El de la derecha sofistica el cierre cónico haciéndolo más largo y estrecho.

El caso del cartucho original de Sheaffer es diferente: las plumas solo admiten un cartucho - un simple cilindro - que se percuta alojando previamente el cartucho en el cuerpo y roscando posteriormente éste a la boquilla para garantizar una perfecta concentricidad. Esto conlleva una considerable fuerza, pero en las plumas Sheaffer la rosca cuerpo-manguito está preparada para evitar romperla al montar el cartucho.
Tras el cambio industrial y traslado de la producción a Eslovenia, los cartuchos han optado por el cierre convencional.




CONSIDERACIONES
Con todas sus ventajas, los cartuchos tienen sus inconvenientes:
·                   La cantidad de colores de tinta disponibles es inferior a la oferta en tinteros, sobre todo en algunas marcas.
·                   El precio por volumen es muy superior al de la tinta en tintero (entre el 350% y el 780%).
·                   Al fluir la tinta siempre del cartucho a la plumilla, las ranuras del alimentador pueden atascarse con más facilidad que cargando desde un tintero.
Una consideración que crece últimamente con la sensibilización medioambiental es el tema del desecho plástico de los cartuchos vacíos, que han llegado a encontrarse ya habitualmente en muestras oceánicas. Esto ha llevado al fabricante independiente de tintas Noodler’s a negarse a producir sus productos en forma de cartuchos.
Pero hay una forma de conseguir lo mejor de ambas opciones, y es rellenar los cartuchos con tinta de tintero mediante una jeringa. La cantidad de tinta es mínima, y una jeringa de insulina (1 c.c.) produce los mejores resultados, mientras que una normal de 5 c.c. tiene el riesgo de sobrecargar el cartucho y crear un desaguisado de color oscuro.

Arriba, jeringa de cristal (desechable) de Heparina, típica en periodos postrados tras una intervención. Viene justa para cartuchos cortos.
Abajo, jeringa plástica de 1 c.c., también desechable en su uso médico.
Ambas pueden utilizarse muchos años recargando tintas, y recomendamos usar siempre el protector de aguja.

Hay otro tema a considerar en los cartuchos, y es el de su antigüedad-pervivencia. El polietileno no es absolutamente impermeable, y permite una lenta evaporación del agua que mayoritariamente compone la tinta. El volumen interno de tinta disminuye con el tiempo y el contenido se concentra inadmisiblemente para su uso. En la foto a continuación se muestran dos cartuchos cortos con elevada evaporación.
En caso de necesidad o urgencia es posible perforar, retirar el cartucho, y rellenar con agua hasta su nivel inicial, pero no siempre se reconstituye la tinta al valor de origen sin una – peligrosa - agitación adecuada. Lo mejor es utilizar siempre cartuchos frescos, o rellenos íntegramente de tinta fresca de tintero.

Otro tema nada superfluo es el de cargar con un cartucho una pluma diseñada para otro tipo. Aunque pueda parecer que inicialmente funcione bien, el riesgo de fugas es elevado y no merece el intento. Se han visto cartuchos cortos en plumas Sheaffer, hay vendedores famosos que recomiendan cartuchos Parker en plumas de cartuchos internacionales, etc. Debemos recordar que no solo el cierre no está realizándose como previó el fabricante, sino que tampoco el soporte del cartucho está en condiciones.
Es más, se sabe que los cartuchos Waterman largos, pese a venderse como “Large Size Standard”, no siempre funcionan correctamente en otras plumas de marcas diferentes, aunque los cartuchos genéricos “Internacionales Largos” pueden usarse sin problemas en plumas Waterman (de hecho, muchas veces funcionan mejor que los cortos en todas las marcas, solucionando problemas de flujo).



Miguel Huineman

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