PLUMINES 12 - El Alimentador


Una de las piezas más baratas de la pluma es la fundamental para su correcto funcionamiento.
Y por supuesto, “hace equipo” con el plumín.

Todos sabemos que L.E. Waterman inventó la estilográfica - puntualicemos que “la útil” (porque ya existían) - al inventar precisamente un buen alimentador que regulaba el flujo de tinta al plumín a través de sus ranuras, y evitaba los goterones, no solo compensando la presión del aire (su vacío parcial en el depósito) sino que también recogía el exceso de tinta (como el que causó el famoso borrón que le llevó a cambiar de oficio).

Esto último es hoy algo olvidado por irrelevante gracias al empleo generalizado de plumines rígidos como clavos. En la época inicial de L.E. Waterman los plumines eran extremadamente flexibles, y al apretar en las líneas descendentes, los gavilanes se abrían y el alimentador cedía una enorme cantidad de tinta para no dejar dos trazos finos tras los iridios, sino para llenar entre los gavilanes y, de paso, entre el alimentador y el plumín. Pero….al terminar el trazo descendente tenemos por costumbre levantar el plumín súbitamente, ¡y ahí hay mucha tinta en ése instante, que se espachurra entre los gavilanes y alimentador!


Las ranuras y costillas del alimentador son las que deben absorber el exceso, y deben pues ser de un material que se “moje” bien con la tinta.

El mejor material es la ebonita y, si está áspera por la sierra, mejor, más superficie para que la tinta se agarre.

Alimentador de ebonita. Omas 557/S Ogiva

Otro material que moja bien es el plexiglás mecanizado, y ése fue el secreto y uno de los motivos del éxito de la Parker “51”: su colector de “Lucite” mecanizado por numerosas sierras (que debían ajustarse varias veces al día).

Cuando se intentó moldear alimentadores por inyección, el fracaso fue absoluto, porque el plástico salía pulido y rechazaba la tinta. No se mojaba. La solución fue darle con abrasivos (chorro de arena), que arañaba las superficies y le daba a la tinta algo donde agarrarse.

Hoy ya hay materiales inyectables que se mojan adecuadamente con las tintas, y su inferior comportamiento frente a los de ebonita se compensa con los plumines rígidos, que apenas varían sus requerimientos de flujo, y con un exquisito diseño reológico.

Alimentador plástico estándar STYB (de cartucho)

Un punto que conviene resaltar es que el ajuste plumín-alimentador: debe ser “justo”. Cualquier holgura que lo distancie traerá inmediatamente problemas de flujo escaso.
Afortunadamente tiene fácil solución: calentamos al alimentador (con un secapelos; no es necesario “fundirlo” a la llama si no se tiene experiencia) y de inmediato lo apretamos contra el plumín mientras se enfría (se mete en agua).
Claro que hablamos de los antiguos. Los actuales de cualquier marca (¿exceptuamos algunos chinos e indios?) vienen ya fabricados con tolerancias CAD/CAM y un buen control de calidad.

Otro detalle: las virutas y polvo entre costillas no afectan, incluso ayudan a sujetar la tinta. Eso sí, afearían un maravilloso alimentador Aurora.
En ambos extremos, alimentadores de ebonita Aurora Optima y Montblanc 149
En el centro, muestra genérica de alimentador en ebonita con tabique central.
Pero en la ranura de tinta, nada. Ni virutas, ni polvo, ni sedimentos de tinta. Estorban bloqueando el flujo. Por ello es preciso lavar periódicamente las plumas, sobre todo si se han secado (o si vamos a dejarlas de usar un tiempo).
Para facilitar la limpieza se crearon los alimentadores de dos piezas desmontables, que suelen tener dos ranuras de tinta entre ambas piezas,  y a veces interior entre ambas.
Los más famosos son los Lamy (2000 y Safari/All-Star), aunque en España ya aparecieron (en 1962) con la Scrikss:

Arriba, alimentador de Lamy SAFARI, montado y desmontado.
Abajo, alimentador Scrikss.


Y aunque no se le suele asociar, también es de dos piezas el de la Sheaffer NoNonsense, aunque no sea desmontable.







Miguel Huineman

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