El tema de los plumines flexibles genera un considerable interés entre los coleccionistas.
No hay más que mirar en los foros para ver el tema, y aparece en innumerables artículos de revistas y webs especializadas.
Lo
que sigue a continuación pretende desmitificar el tópico, e intenta dar una
explicación del porqué, como es y como funciona un plumín flexible.
Historia
La pluma de ave era flexible, la mayoría de
las plumillas lo son, y las primeras estilográficas tenían unos plumines muy
flexibles.
Lo primero que hay que decir es que para disfrutar escribiendo con un plumín flexible hace falta tiempo y paciencia. Ambas cosas.
No
es lo mejor para tomar apuntes o notas en una reunión, ni tampoco garantiza que
se nos genere instantánea y gratuitamente una preciosa letra.
Apostaría
10 contra 1 a lo contrario.
Nuestros abuelos vivieron tiempos más
pausados en donde las cosas ocurrían más despacio, y para su escritura formal
sólo tenían las plumillas de palillero o las incipientes estilográficas (de
carga comprometida y lenta) con plumines flexibles.
La Caligrafía era además una asignatura
importante en su educación desde pequeños. Aprendieron a modular la presión
ejercida sobre su pluma, de muy poco, a poquísimo.
La
contabilidad, los pedidos, las Partidas y Sentencias, ¡hasta los billetes de
tren! iban manuscritos en tinta.
En los años ’20 la máquina de escribir
revolucionó la sociedad, y trajo consigo el papel de calco. Todo empezó a
pedirse por triplicado o quintuplicado, y en su éxtasis el burócrata los exigió
firmados.
El
pobre plumín flexible fracasó, incapaz de ejercer la presión necesaria sin
colapsar.
Nacieron, fruto de la necesidad, los plumines
rígidos como los Sheaffer Lifetime y Triumph, o los Parker Duofold. Incluso
Esterbrook, en su enorme catálogo de plumines intercambiables “Renew-Point”,
tenía una mayoría de “Rigid” y “Firm”.
Cross
inventó el rígido estilógrafo (sustituyendo el plumín por un tubito), que fue
copiado por Rotring (Tintenkuli) y que derivó en las plumas de dibujo técnico
(Technos, Rapidograph, etc.).
Al poco surgió el bolígrafo, de escritura
presta y prolongada, y excelente para quintuplicados y autocopiativos. La gente
se olvidó de la pluma y, por la naturaleza del bolígrafo, se acostumbró a
apretar al escribir.
El
ordenador, sustituto de la máquina de escribir y verdugo del papel de calco,
fue la puntilla. Hoy incluso escribimos con los pulgares.
La pluma estilográfica ha quedado desde
mediados de los años 70’s como símbolo de estatus o por caché, para nostálgicos,
y para coleccionistas. Y en este “renacimiento” se redescubre la flexibilidad
del plumín, en un entorno de escritura muy difícil para su éxito y retorno.
Prueba
de ello es que ningún fabricante de estilográficas produce ya los plumines
llamados “wet noodle” (tallarín mojado) de las antiguas Conklin, Waterman, y
Wahl, y a lo mas que llegamos es a un “elástico” en marcas como Omas, Montblanc o Visconti. En
general lo que tienen es “flex”, un ceder ligero ante la presión de un
“boligrafero”.
No estamos
acostumbrados a los flexibles, ni tenemos tiempo para acostumbrarnos, ni razón
real para hacerlo.
(Con
la salvedad de algunos artistas en dibujo)
¿Por qué un plumín es
flexible?
Para
entenderlo, veamos un dibujo comparativo:
El plumín flexible es más agudo, más largo de
gavilanes, y su espesor aumenta hacia la
punta.
La
disminución de espesor se hacía en el laminado de la chapa al inicio del proceso
de fabricación del plumín. Esto encarece su proceso frente al rígido, que tiene
su espesor constante y ya viene así normalizado del fabricante de la chapa.
Un metal se deforma elásticamente bajo carga
de una manera que depende de cada metal (diferente para el oro del acero), del área
de la sección (más deformación a menos sección), de cómo esté orientada transversalmente
la sección (a mas fina y plana, más), y de la distancia entre la sección y la
aplicación de la carga (a más distancia, mas deformación).
Si en ambos plumines representados arriba
(que suponemos del mismo metal) buscamos una sección equivalente, obtendríamos
la sección “A” para el flexible y la “B” para el rígido.
La sección “A” está mucho más lejos del punto,
donde se aplica la carga al escribir y, además por el laminado para tener la
misma área que la “B”, será algo más ancha y de menos espesor.
Ambas
cosas concurren en deformar más los gavilanes flexibles que los rígidos para
una misma presión de escritura.
Hay
más. Habrán visto que se han dibujado inclinadas las secciones, debido a que éstas
deben formar ángulos más o menos iguales con la ranura y el borde del gavilán.
Al
flexar el gavilán sobre la sección, se aprecia que éstos se abren al deformarse
(si no lo ven, hagan la prueba con un plumín recortado en papel y doblando por
la sección).
Esto
explica por que los gavilanes se abren al apretarlos contra el papel.
Lo que se ha dicho para una sección, ocurre
en cada sección del plumín en toda su longitud y sus efectos se suman, de forma
que una mínima deformación en cada sección produce una apertura de gavilanes de
hasta milímetros, dando el trazo ancho típico en las líneas descendentes (foto
de cabecera).
(Nota: La explicación anterior está en plan
“créanselo” y muy simplificada. La total real necesita de ordenadores ya que en
un plumín todo va cambiando en cada sección, y el fabricante necesita encontrar
el mejor compromiso. A continuación aparece un apéndice de “ingeniería de andar
por casa” para ver qué afecta más, explica algunas cosas usuales, y su lectura
puede omitirse si prefieren tomarse un té).
Poniéndonos
“simplemente técnicos”
Imaginemos
un trozo de metal inserto (empotrado) por un extremo en algo muy rígido, y
libre por el otro (voladizo).
Ahora,
aplicamos una carga hacia arriba en el extremo en voladizo:
La
experiencia nos dice que se flexa hacia arriba, y la Resistencia de Materiales nos
da la fórmula de “cuánto”:
d = P·L3
/ 3·E·I
Primera
cosa que ya aparece: la deflexión depende ¡del cubo de la longitud!
Arriba
se decía que “a más distancia, más deformación”, pero vemos que es “muchísima
más deformación”, y también la razón de que los plumines flexibles fueran “de
gavilanes largos”.
Pero
en la fórmula de arriba han aparecido dos desconocidos: “E” e “I”
“E” es el Módulo de Elasticidad (perdón,
pero se llama así, o “de Young”, que me parece aún más friqui y pedante), y que
solo depende del material.
Los
materiales “elásticos” son los que se deforman con carga y se recuperan al
quitársela. Los metales están ahí (si, la goma también) y se comportan con
constancia y previsibles según una curva como:
La gráfica relaciona “cargas” (F) con “deflexiones” (d)
A
cero carga, cero deformación.
Metemos poca carga y se deflecta por la línea
negra gruesa, y al retirarla, la deflexión baja por la misma línea gruesa.
Estamos en “zona elástica”, y así sigue hasta una fuerza dada “Fe”
que produce una deflexión “de” (llamadas “proporcionales” porque a
mitad de una, mitad de la otra).
Pero si nos pasamos de “Fe”, la
línea gruesa (característica del metal) se va tumbando (zona plástica), el
metal se estira, y al retirar la carga el metal baja por la línea paralela de
puntos (por la única pendiente que “conoce”), de forma que al quedar sin carga
tiene una deformación permanente “dp”
Y así explicamos por qué al apretar los
gavilanes quedan como a veces quedan…de pena.
Pero también podemos explicar otra cosa: el
arreglo del plumín.
La
gráfica de arriba es “reversible”: a cargas “negativas” (hacia el otro lado)
las deflexiones y deformaciones serán también contrarias.
El “arreglador” forzará los gavilanes en
sentido contrario y se pasará de “-Fe” en lo que su experiencia y
cautela dicte.
Pero ¿cuánto y en qué dirección?
Es casi imposible acertar, no pasarse un
poco, o desviarse de lado.
Arreglar
un plumín doblado, de forma que no se note, es dificilísimo.
Pero volvamos a las curvas y a los materiales:
unos tienen la curva más tumbada (Oro), otros más levantada (Titanio), con el
acero entre medias pero más próximo al Titanio.
Pero decir “del material” es decir “de su
aleación” – que para eso se gastan millones las metalúrgicas – y varían
enormemente dependiendo del uso al que se destinen.
Aquí, a efectos comparativos, pondremos unos
valores “descafeinados” (créanselos) para:
Oro 80
Acero inoxidable 520 (205 - 700)
Titanio 820 (107 - 940)
Es decir, que el Oro tendría diez veces más
deformación que el Titanio a la misma carga…
Je,
je…, y a la misma sección transversal.
¿Se acuerdan que hemos dejado atrás al otro
desconocido, a “I”?
Se lo presento: es el “Momento de Inercia del
área” de la sección.
Para una viga de sección rectangular como la
que venimos considerando, resulta ser:
I = b·h3 / 12
Ahí aparece otro gran protagonista: el
espesor “h” de la chapa.
Vuelve a estar al cubo. A mitad de espesor,
ocho veces menos.
Y
como el Titanio tenía aproximadamente diez veces más resistencia que el oro, se
diría que lo podemos laminar al 46% de espesor que el de oro para tener la
misma deflexión. Y con el acero, otro tanto.
(Perdón por el porcentaje, pero sale de 1/ 3√10)
Se diría. Lo anterior está simplificando
mucho un problema complejo. Veamos la vida real:
Empecemos troquelando la chapa:
Y los calculistas empiezan a tener secciones
variables, donde las ecuaciones se les vuelven “integrales”.
Además, curvamos la chapa del plumín para
que forre al alimentador, la sección es así curva (el valor de “I” se dispara por “h3”),
y también es variable en la zona de gavilanes . Si queremos un plumín flexible,
ya vimos que se laminaba desde una punta gruesa a un cuerpo fino,…y cada
vez el problema se complica más.
Pero se hacen una idea, ¿no?
- Lo
muy importante es la longitud de los gavilanes y el espesor de los mismos.
- Con
oro, más fácil, aunque no el único.
- Y no
aprieten al escribir, o no se quejen si lo hacen y el arreglo no es perfecto.
Miguel Huineman
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